miércoles, 17 de septiembre de 2008

Hagamos la guerra... Total...

Hagamos la guerra... Total...


‘A mi hija Laurita, como guía en La Vida, que la ayude a discernir entre la Estupidez y el Sentido Común’
(En virtud de la invasión a Irak de la mano de EEUU)



¡Está jodida la cosa!
Los ‘cuerdos’, desatan la guerra.
Los ‘locos’ nos abstenemos.
“¡Que importa en la humanidad, tu parte,
si lo que quiero es ayudar la mía!”

… Y tal mensaje nos mina.
… Algo así como:
“Vale más esto mío, que aquello que es lo tuyo.
Es más, aquello tuyo, también es mío,
por lo tanto te conmino que te vayas,
que abandones estas tierras
y me dejes aquí el mando.
Me lo des sin consecuencias… O arrepentimientos.”

“¿Usurpación?… Y… ¡Sí!
… ¡O te vas, o te cago a patadas!
Sin importarme, cuantos de los tuyos
y de los míos, caigan”

“Todo esto, en aras de apaciguar presiones
de grandes capitales y ambiciones,
y algunas cosas mías que cargo a mi espalda.”

“¿Los saldos?…
¡Ah!… Los saldos…
Y… ¡Bueh!… Después lo vemos.
Ahora, iniciemos la guerra.
Eso sí, no te rindas.
Si no te has ido
no sirve de nada.
Matemos un poco de humanos
y que éstos queden bien muertos.
Desparramemos más químicos.
Que queden los campos yermos.
Que no se pueda acariciar tan siquiera
las cuerdas de una guitarra.
Que ni vuelen los pájaros…
Sólo misiles y balas.
Que lloren los niños.
Ellos no comprenden. No saben nada.”

“No importan las formas
en que los cuerpos queden.
Mirando hacia el Este o hacia arriba.
Masticando la arena
o besando la tierra.
Torcidos, derechos, sentados
o despedazados.
Pero eso sí
que haya heridos y muertos.
“¡Qué importan posturas!
Lo que sí importa, es ganar la guerra
a costa de sangre y vida de otros.
No la nuestra… ¡Total!
La historia, según el que escriba
lavará cerebros”… -El agresor proclamaba-

… Y por más que grites,
la diplomacia vendrá
en un caño de acero
que pondrán en tu cara.
Y… “¡Que hagas silencio!” -Dirán-
Porque eres nada.
… Y mucho menos
cuando volar intentas
por tus propios medios.

Entre ideologías, religiones,
costumbres obligadas
y pasiones egoístas, descontroladas,
la tierra se hunde, se despedaza.
… Y el hombre no sabe,
o sabe, y prefiere ignorarlo;
en esta tierra, no es el que manda.
Está la Vida, que lleva las riendas
y él, complemento minúsculo
que nada comprende,
en su universo está solo de paso
y lo que la historia escriba
lo leerán sucesores de aquellos muertos.
Y tal vez, con un poco de suerte
¡Ni ellos!… porque,
en una de ésas,
en La Tierra quede nada.

Sólo la Vida en un rincón escondida.
Dispuesta y con ganas
a reiniciarse pronta,
pero sin el desliz,
sin aquél descuido.
Y en su nuevo intento,
seguro,
no hará del hombre,
-Conejillo de India-
su triste ensayo.
Tonycarso

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