martes, 9 de septiembre de 2008

TRIQUIÑUELAS FANTÁSTICAS

TRIQUIÑUELAS FANTÁSTICAS

- ¡Buenas noches!… – Y nadie respondió –
El aula vacía… pero las voces llenaban el recinto.
Ahora Daniel leía la consigna desde su espacio acostumbrado, pegado casi a las ventanas.
Nada habitual se veía. Las paredes desnudas transpiraban sus fríos sin armarios ni afiches… Y yo seguro de un miércoles de cita con las letras; pero de sus portadores sólo ausencia.
Daniel silenció su lectura bajo la aprobación ritual de Eugenio, al tiempo que habilitaba a Susana para narrar ahora la suya. Fue entonces que tosí reiteradamente con el firme propósito de molestar, más todo seguía igual. Ellos estaban ahí… Yo también… Y los escuchaba al tiempo de sentirme ignorado.
Grande fue la sorpresa cuando escuché mi voz retumbar en la sala leyendo este relato.
¿Quién de los dos leía?... ¿Cuál era el que escuchaba y nada veía?... ¿Alma y cuerpo disociados?... ¿En qué momento y ante qué circunstancia se produjo el desenlace?
La confusión no dio tiempo a advertir que yo entraba en la sala…
- ¡Buenas Noches!… – Y nadie respondió –
El aula estaba vacía. La voz de Daniel proclamaba su texto y a su término Eugenio, nuestro profesor, daba lugar a Susana para el suyo. Más tarde, mi voz atronó en la sala desierta con este relato y un eco repitiendo cada palabra… ¿Mi cuerpo? ¿Mi alma? ¿Mí…? Y…
- ¡Buenas Noches!… – Nuevamente yo aparecía y el aula vacía –

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