A magari
Ven delicada, sumisa.
Sin miedos ni vergüenzas.
Orgullosa o como quieras.
Bebe de esta fuente de Vida que te ofrezco…
Y humedece en mis aguas,
tus ojos, tu boca, tu rostro.
Tu cuerpo todo, refresca en ellas.
Ven, bebe de mí. No te detengas.
¡Ah!... Y no temas.
Deja en mi blanca arena, tus pensamientos.
También tus debilidades, tristezas y sometimientos.
Fortalece tu alma, en el beber de mis venas
y templa tu espíritu en mi espíritu. Energía que enajena.
Luego, regresa feliz... ¡Grande!... A tu mundo
y abandona esta inmensidad, hasta que decidas.
Hasta que vuelvas.
Entonces, yo estaré en el vergel a tu espera
purificando mis aguas, para cuando regreses
limpies a tu Alma, de impurezas
con sed de mí
nuevamente en ellas.
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