viernes, 1 de agosto de 2008

AVALÓN


AVALÓN

(Un reino escondido en el subconsciente)



Cuentan las lenguas reservadas de los ancianos, -en ruedas nocturnas casi secretas-, que en los años de… Ya ni se acuerdan cuáles, porque de tanto narrar la historia se les fueron borrando algunas referencias, y entre ellas, los años que corrían cuando sucedieron los hechos que armaron la trama y que en los relatos posteriores se transformaron en leyenda.
Desde aquel entonces, surgen comentarios que se hacen en voz baja porque existe el temor de que se los condenen por fantasiosos y enajenados.
En esa época, en tierras muy lejanas se erigían los cimientos de una pequeña aldea…, que se sabe que ya no existe; pero si así fuese, no sería reconocida como tal por la mayoría de la humanidad, porque mancharía la existencia del hombre… En ella habitaba gente común en total estado de felicidad, ya que era protegida por Hadas… Estos seres maravillosos y fantásticos, fueron destinados a asistir a los habitantes cuando estaban muy revoltosos y no se soportaban entre sí, en una prueba piloto para brindar sus dones benéficos y hacerles más placentera la Vida en la tierra.
Estas admirables inmortales, provenían de Avalón, país remoto y mágico, enclavado en una isla boscosa en las entrañas mismas de la tierra.
Todo era de maravillas hasta que llegó el día… ¡Justo ese día!..., en el que un sortilegio equivocado golpeó malamente el equilibrio y la armonía de aquella minúscula comunidad.
Una mujer, esposa y madre devota de uno de los tantos hogares de la pequeña aldea, decidió aceptar y acudir a un curso acelerado de magia para los humanos… Muy lejos de escuchar los reclamos de su esposo e hija sobre los peligros que tales artes representaban para los que no pertenecían al reino mágico.
Sin meditarlo y entusiasmada, arremetió de lleno a cultivar los conocimientos de la magia prestada, prometiendo no hacer uso de ella en el hogar y mucho menos con sus integrantes… Pero, más pudo la vanidad que impulsó al deseo y éste al descontrol… Un buen día decidió demostrar prematuramente lo aprendido rompiendo la promesa, y sin decir: “Agua va”, gritó con toda su energía, mientras sacudía frenéticamente la varita, marcando destellos de colores que inundaron las habitaciones…
- “¡Qué todo cambie y se conjugue entre sí!”
Claro que no estaba para nada entendible lo que la mujer quiso decir o al menos, qué conjuros invocaba… Lo cierto es que la mesa compartió su mitad con la silla, las puertas con las ventanas, la cocina aceptó la mitad de la pileta y los muebles se repartieron entre ellos sus mitades. La cerradura le cedió su parte al picaporte… El techo se abrazó al piso, la chimenea fue mitad escalera y ni qué hablar del resto de la casa. Pero lo que mostró el grado mayor de aquella imprudencia, se reflejó en la perra y el gato. Ellos no se repartieron sus mitades. La hija recibió la mitad del cuerpo de la perra y el padre la del gato. Las aves previsoras desaparecieron a tiempo por esas cosas del instinto conservador, con sabor a salvaje que tiene todo lo salvaje.
La desdichada mujer aprendiz de bruja buena, ante la imagen que se presentó a sus ojos, se desesperó y sin pensarlo dos veces -es más, ni tan siquiera lo pensó una- trazó nuevas líneas en el espacio con su varita para que todo volviera a la normalidad. Pero lo único que logró, fue desaparecer ella con las mitades sueltas.
Todo quedó tal como lo dejó. No hubo tiempo de por medio que dijera de la duración de aquel conjuro.
Más que preocupados, padre e hija corrieron a la escuelita de magia sufriendo en el trayecto atrocidades propias de humanos embebidos en su ignorancia y sus inmundicias. No obstante, llegaron… Golpeados, maltratados, humillados… Pero llegaron. Ella con su cuerpo canino… ¿Y él?... Con el del gato.
- “¿…Y las otras partes…?” -Preguntó el Hada promotora de los cursos para aprendiz de bruja buena, convencida de que con esta ocurrencia ayudaría a solventar los gastos del instituto y del grupo abocado a la docencia-.
La idea fue bien recibida por el Hada Suprema en su momento, pero cuando se enteró de los pormenores, supo que había metido la pata. Al momento, la congregación la despojó primero de los poderes, para expulsarla después. De tal manera, ellas conservarían honorabilidad y creencia sin hacerse cargo, por supuesto, de los errores cometidos por la súbdita proscripta… Y lo que fue más doliente… La grey no se preocuparía por los problemas de los dos mortales. Pero el Hada desplazada no era ninguna improvisada. Conservaba -demostrando su picardía y experiencia en estas lides- uno de sus poderes aún no desarrollado, el que pasó desapercibido para las Hadas Revisoras por no alcanzar un grado de notoriedad.
En la soledad de su exilio, aprovechó y le dio curso. También grandeza. Lo perfeccionó como a ninguno para sacarlo a la luz en aras del bienestar que prodiga el Hada Buena.
Concertó entonces una reunión clandestina con el padre hombre-gato y la hija mujer-perra, pero muy en secreto. No vaya a ser, que la alta jerarquía de las Hadas, le quitara el último valor… poder con el que podía recuperar también en silencio los otros, reprimidos y arrancados violentamente; así como la suma de muchos más, que se avendrían debido a la injusticia cometida, según lo que rezan las reglas sagradas de la comunidad hadística y que la transformarían en la más poderosa del reino.
Lo cierto es que le dio la posibilidad al dúo compartido, de retornar a sus formas originales después de un largo período de espera, acompañada por las desidias a las que los enfrentaron frecuentemente los humanos.
Grande fue la sorpresa del Hada Buena cuando escuchó de sus bocas:
- “Deseamos volver a las formas originales, pero a la de los animales…, perro y gato.”
La genio asombrada intentó persuadirlos, más la respuesta la dejó boquiabierta.
… Y el padre agregó:
- “Los humanos somos más animales que los animales. Aún con raciocinio somos perversos e impredecibles con los inocentes o infortunados… Y hemos decidido renegar de nuestra especie para pertenecer al reino animal por su nobleza.”
- “Entonces…” -advirtió el Hada Buena- “no recordarán absolutamente nada después del encantamiento final. No se reconocerán como padre e hija y…”
- “No importa” –interrumpieron ambos uniendo sus cuerpos en una sentida pero necesitada despedida final-
La varita trazó diferentes figuras en el espacio, sembrando infinitas partículas brillantes multicolores que fueron tomando formas diversas mientras su voz dulce, suave y lozana, ordenaba los cambios solicitados.
Cuentan también las lenguas reservadas de los ancianos, en ruedas nocturnas casi secretas, que aquella Maga logró ocupar el sillón que la erigía en el Hada Suprema y por lo tanto en la regidora máxima de su reino, acompañada permanentemente de su gatito carismático y su fiel perra, que prodigaban ronroneos y lengüetazos a pesar de las premisas de su ama, sin comentarle a ella que el amor filial, pase lo que pase, jamás se pierde entre seres que se aman.
Si alguna vez observamos a un perro y un gato que se miman, recordemos el porqué, pero no lo divulguemos en voz alta porque podríamos ser condenados por la sociedad, por fantasiosos o enajenados, o simplemente… crédulos.

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